miércoles, 17 de junio de 2009



Cuando se pusieron de moda los teléfonos celulares comenzaron a aparecer los detractores, quienes argumentaban que las microondas producidas por ellos podrían ser dañinas para el cerebro lo que se podría traducir en dolores de cabeza, alteraciones en la memoria o hasta cáncer. Roger Coghill, científico inglés, dijo haber efectuado una investigación en la que demostraba que en estudios realizados en ratas sometidas a microondas por un tiempo prolongado (en concentraciones equivalentes a las que se emitirían por el uso de un teléfono celular durante 20 minutos diarios) se producían lesiones cerebrales. También se anunció en la prensa, en Febrero del 2008, que un estudio aún no publicado demostraba que el teléfono celular producía pérdida de la memoria. Todo esto ha producido una natural alarma, y estos anuncios han tenido demasiado eco en la prensa.
¿Pero qué hay de cierto en todo esto? Desde luego, para calmar los espíritus, hay que señalar que no existen estudios publicados en que se haya demostrado fehacientemente que el teléfono celular produzca cáncer. Lo que sí ha habido son algunos resultados que señalan que las emisiones de los teléfonos celulares producen en los tejidos una variedad de efectos extraños que podrían ser semejantes a los que produce la radiación biológica. Alan Preece, conocido científico y sus colegas de la Universidad de Bristol, han publicado recientemente un estudio dirigido a observar el efecto de las microondas sobre la memoria. Ellos sometieron a voluntarios a un aparato que simulaba la emisión de microondas similares a la de teléfonos celulares, fueran éstos análogos o digitales. Después de las exposiciones aplicaron a los voluntarios diversos test que medían la memoria de palabras previamente aprendidas, comprobándose que no había ningún efecto que permitiera afirmar que ésta se afectaba.Los investigadores concluyen que no se evidenciaba ningún efecto inmediato sobre las capacidades cognitivas. Sin embargo no podían descartar que esos efectos se pudieran producir por una exposición crónica, durante años, cosa que ellos no investigaron.

Pero en la misma experiencia observaron una pequeña anomalía que no esperaban. Cuando se aplicaban las microondas se producía una disminución en el tiempo de la respuesta del orden del 4%. Es decir, los voluntarios mejoraban la velocidad de la respuesta. Los investigadores piensan que las microondas podrían aumentar la velocidad de las señales eléctricas a través del área de la corteza cerebral, llamada "girus angular", que es la que conecta las áreas del cerebro entre visión y lenguaje. Por otra parte, Henry Lai de la Universidad de Washington, en Seattle, cree que las microondas, incluso a una baja energía, podrían acelerar un stress bioquímico. Han comprobado que las ratas expuestas a microondas producen sustancias que inhiben el dolor, como son las endorfinas. Más aun, él ha descubierto que las microondas en ratas incrementan la producción del "Factor de Liberación de la Corticotrofina" (la hormona del stress) y, además, altera el flujo de acetilcolina en el cerebro.
Para comprobar si alguno de estos problemas realmente existe se ha formado un grupo de epidemiólogos, organizados por la Organización Mundial de la Salud y liderados por Ripacholi. Costará 4 millones de dólares y comprometerá a 3000 personas que usen teléfonos celulares, las que se compararán con otro grupo similar que no los use. Los fondos provienen de las empresas fabricantes de teléfonos celulares. La idea es ver si existe o no una mayor frecuencia de tumores cerebrales en los usuarios de éstos.

Para ello se aplicará una encuesta que pregunta acerca del tipo de teléfono que usa, cuán a menudo lo usa y por cuánto tiempo lo ha usado. Aún así, es posible que tampoco de aquí salga una respuesta definitiva, ya que pueden haber otros factores condicionantes ligados al tipo de vida de los usuarios. No cabe duda que los que pasan con el teléfono pegado a la oreja constituyen un grupo muy especial de personas, con un estilo de vida también muy especial, por lo que pueden de por sí tener mayor riesgo de cáncer. Por otra parte, el desarrollo del tumor cerebral puede tomar años, por lo que habría que hacer un seguimiento durante mucho tiempo.

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